Nos quedamos mudos, porque las cosas no debían haber sido como fueron: esa noche no se supondría que te irías, y después de eso no se supondría que yo terminaría con vos. A veces, al destruir historias se nos olvida qué nos llevó a construirlas. Y en un segundo se pierde aquello que se acumuló en otra medida de tiempo, mucho más vasta, mucho más prometedora. Así que cuando nos reencontramos no supimos qué decir. Intentaste abrir la boca, pero ningún sonido emitieron tus cuerdas vocales. Y te iba a decir que te veías encantador así, que siempre esperé robarte las palabras, pero te sonreí. No se supone que los amores verdaderos se rompan, me dije. Pero tampoco se supone que los amores verdaderos nos rompan. Y tuve que recordarme que hay cosas que pasan para que la vida pase, y que a veces tenemos que consumirnos hasta volvernos ceniza para poder renacer, para ser quienes se supone que debemos ser. Así que agradeciste con una sonrisa el encuentro de silencio. Y caminaste de la mano de esa chica que espero sea tu esposa. Y yo abracé el libro que llevaba esa mañana. Y se sentía bien, mirar a los ojos del amor de tu vida y saber que siente lo mismo. Aunque no estén juntos, aunque no estén destinados a estar juntos nunca más. -Rocio.C.leoni |
No hay comentarios:
Publicar un comentario